Una de las grandes noticias durante las últimas jornadas es que el euro ha caído a un mínimo de 20 años frente al dólar. Esta es una situación que no debe sorprendernos dada la fortaleza del dólar de la que venimos hablando desde hace meses.

Por mucho que se hayan deteriorado las perspectivas en Estados Unidos, las perspectivas de la economía en Europa son por desgracia incluso peores. El dólar estadounidense generalmente funciona bien en los momentos de incertidumbre ya que los inversores consideran históricamente al dólar como una de las divisas «refugio» para su dinero, este es un privilegio del que ni mucho menos disfruta el euro.

El euro ha perdido los 1,02$ esta semana y desde principios de año, el euro ha perdido un 9% de su valor frente al dólar estadounidense. La divisa común europea y el dólar estuvieron por última vez en paridad a finales de 2002. Es posible que volvamos a ver esto pronto.

La inflación en Europa se sitúa actualmente en el 8,6%. El BCE tiene previsto subir los tipos de interés a finales de este mes, siendo el último de los grandes bancos centrales en hacerlo (con la excepción de Japón). El Banco Central Europeo no ha subido los tipos en 11 años y se ha mostrado reticente a hacerlo a pesar de las altas tasas de inflación.

Rumbo a una recesión inminente, la economía necesita agilidad por parte de los bancos centrales poniendo las bases de la reconstrucción, pero por desgracia estamos viendo que los bancos centrales se están mostrando muy lentos en reconocer el problema que tienen por delante.

Atendiendo solo a la historia reciente, los bancos centrales ya mostraron su torpeza el año pasado ignorando la creciente inflación (generada por ellos mismos por las desmesuradas políticas de estímulo durante la crisis del COVID), lo cual no ha hecho más que agravar las lecturas en las tasas de inflación estos últimos meses.

Ahora, de nuevo, vuelven a mostrar su lentitud en reconocer el «nuevo» problema que viene: la recesión. Cuanto más tarden en reconocerlo, mayor daño recibirá la economía en general y los mercados en particular. Por desgracia en Europa, una vez más parece que vamos a la cola del mundo en lo que a política monetaria se refiere.

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